PARA UN AMOR PERDIDO
Sabía
que esta fría mañana
pasarías
por aquí.
Por
eso te he esperado estas horas
bajo
mi paraguas negro.
Tan
sólo quería evitar
que
las gotas de lluvia
salpicaran
tus cabellos.
Sabía
que vendrías
con tu cabeza cubierta
con
aquel pañuelo verde.
Sólo
quería
acompañarte
hasta tu casa
para
que la lluvia
no
mojara tu libreta
y
la tinta de tus láminas.
Te
esperé hasta que
el débil sol
y sus
rayos disiparon las nubes.
Olvidé
que han pasado
muchos
días y meses
desde
que te marchaste.
Seguramente
cambiaste tu ruta,
o tal vez
te habrás quedado junto al calor del
fuego de tu hoguera.
RECUERDAS AQUELLA MAÑANA DE VERANO
¿Recuerdas
aquella mañana de verano
cuando nos despertó el sonido del mar..?
Entonces
tus ojos reflejaban la dulzura
y tus
labios cada día me regalaban la miel,
tus manos
eran el refugio de las mías
y tus
suspiros exhalaban nuestra felicidad.
¿Recuerdas
que caminabas entre mis brazos
y que cada
flor pequeña distraía tus miradas?
La mañana
desplegaba sus aromas al sol
y tu cuerpo
danzaba una melodía junto a mí,
el pasado y
el futuro cerraban sus candados
y sucumbían
todos los caprichos del destino.
¿Recuerdas
la brisa y las horas del ocaso
y la danza
de las olas en el crepúsculo?
Era la
música del universo entre las rocas,
entre la
armonía de los colores infinitos,
tus
palabras eran las melodías nuevas
escritas en
la simplicidad de un pentagrama.
¿Recuerdas
una luna roja en el oriente
y tus
divagaciones acerca de las estrellas?
Entonces
fluían todas las paradojas,
nos conectábamos
con la esencia de la vida,
reposábamos
en las verdades más simples
y
absorbíamos lo inefable de la creación.
